Jack

El chico se quedó fascinado con el humo que le salía por la boca, observando cómo se elevaba por encima de su cabeza. Sabía que poco a poco se estaba matando, pero eso tan solo le añadía atracción. Era su vicio, su manera de calmarse. Fumaba cuando tenía un tiempo para él solo, para inhalar tranquilidad y exhalar sus penas.

Cuando se le acabó el cigarrillo se levantó y se limpió el trasero, quitando cualquier resto de hierba que se le hubiera adherido al pantalón. Luego tiró la colilla al suelo, la pisó, y la volvió a recoger. Odiaba a todos los fumadores que ensuciaban el suelo. Nadie tenía por qué pisar la mierda de los demás.

Bajó la cuesta con agilidad, con la familiaridad de alguien que ya se conoce el camino. Sí, venía hasta este cobijo cerca del Elogio para pensar, fumar sus penas y estar solo.
Él creía que si no lo hacía se perdía a sí mismo, no era capaz de encontrar lo que le definía.

Jack consideraba estos pensamientos una completa estupidez, y aún así no podía remediarlos. Lo mantenía todo en secreto, y así se sentía menos idiota.

Cuando ya se formaba un tramo recto se montó en el skate, se puso los cascos de música y se puso en marcha.
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